1/6/14

París

Corría y corría mirando atrás de vez en cuando, con la sonrisa en su rostro. No recordaba como era aquello de sonreír sintiéndolo, y no eso de sonreír cuando te dan el cambio en el supermercado o alguien te da las gracias.
No sabía hacia donde iba pero se deshacía con el viento, como en aquellas mañanas de invierno con nueve años en las que lo más importante que tenía que hacer era tirarse en trineo, y ver como la nieve se deshacía bajo sus pies. En ese momento se dio cuenta de todo: de aquel chico tímido del fondo de la clase que la miraba desde hace ya un tiempo, de que los días grises pueden ser soleados si tú lo quieres y de que todo lo que quería estaba a su alcance con sólo chasquear los dedos. 
Los edificios se difuminaban a su paso. Aquellos edificios marrones, blancos y grises de París, con los que tanto había soñado.

Entonces abrió los ojos y se levantó de la cama, la primera imagen que alcanzó a ver fueron las botellas de cerveza media rotas tiradas por la habitación y sus ilusiones desparramadas por el suelo, y entonces supo que aquella parte de ella, jamás volvería.

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